Casi siempre como a eso de las tres de la tarde se acababa la programacion del día y teníamos tiempo libre para divertirnos un poco. Hable con Daniel y decidimos que era la oportunidad exacta para explorar y conocer un poco la ciudad y sus principales atracciones. Lo primero que se nos ocurrió fue subir al metro, un largo tren que te puede llevar a cualquier lugar de Oslo que te imagines, y claro, no desaprovechamos la oportunidad para visitar uno de los mas emblemáticos lugares de Oslo, el Teatro Nacional. Al bajarnos del metro nos dirigimos hacia allá y nos dimos cuenta de algo: !teníamos todo a la vista! El Parlamento, El Palacio de los Reyes, El Teatro Nacional, en fin, un lugar hermoso que no nos cansamos de apreciar.
Después de tomar unas cuantas fotos y de dar un pequeño paseo, regresamos a la estación de trenes para tomar otro, a donde nos llevaría, no lo sabíamos. Llegamos a una estación en la que solo había nieve, nieve y adivinen que, nieve así que a tomar el mismo de regreso por si las moscas jajjajajja. Como ya era tarde decidimos regresar a Røningen, pero sin embargo nos sucedió algo que quedara para la historia; olvidamos cual era nuestra parada de autobús y cuando empezamos a observar nieve, arboles y ni una sola casa.
!Bajemonos vos! le dije a Daniel, esta no es la parada. Nos bajamos en la siguiente estación y nada... todo era blanco, lleno de nieve y arboles !Estabanos perdidos! Miramos la tabla del bus e indicaba que el próximo bus pasaría en una hora y había un frió tremendo. Y ahora que íbamos a hacer, no teníamos celular o algo para comunicarnos y la escuela estaba demasiado lejos para caminar con ese tremendo frío.
Por suerte como a unas dos cuadras de donde estabamos, Daniel pudo observar a un señor que se encontraba cortando madera y llevaba su carro. Hablamos con el y dijo que el se dirigía a Grøningen y que podía llevarnos allá. !Nos sentimos aliviados! Como a los cinco minutos llegamos a la escuela y todo quedo como una linda anécdota!!!
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