miércoles, 23 de marzo de 2011

BIOGRAFIAS DE ANCIANOS

BIOGRAFÍAS
Valerio González.                                                                                                                                                           “La ceguera no es un impedimento…”                                                                                                               
Don Valerio nació el 11 de febrero de 1955 en el bello municipio de San Juan Comalapa, actualmente tiene 56 años de edad, mide cerca de 1.60 metros y vive en el Asilo de Ancianos Santa Eduviges de San Juan Comalapa, Chimaltenango. Él proviene de una familia numerosa, sin embargo ahora solo viven su hermano y su mamá, pues su padre, dos hermanos y tres hermanas ya han fallecido, además tiene tres hijos.
Don Valerio perdió la visión hace algunos años debido a descuidos que tuvo en el cuidado de su organismo, según cuenta, al principio sus ojos le empezaron a llorar pero él no le dio importancia debida y poco tiempo después su ojo dejo de funcionar. Pasó cerca de 8 meses pudiendo ver con un solo ojo hasta que un día la luz se escapó de sus ojos para siempre. A don Valerio le ha costado salir adelante, pues al poco tiempo de perder la visión, su mujer lo abandonó, tuvo que dejar su hogar y pedir posada con su madre. Todo parecía bien hasta que cierto día su mamá enfermó de artritis, era imposible que el permaneciera allí, por lo que su hermano se encargó de cuidar a su mamá y él pidió ayuda en el asilo. Gracias al Señor, el asilo le abrió sus puertas y vive allí desde hace dos años; ocasionalmente, su hermano y sus hijos llegan a visitarlo, aunque don Valerio gusta de dar paseos y no quedarse solo en el asilo. Como buen católico asiste a misa todos los domingos, visita la casa de su mamá y da uno que otro paseo en los alrededores del asilo y todo esto ¡solo con su bastón! Según cuenta don Valerio, mucha gente lo ha visto caminando y le han dicho: “Usted mira, no está ciego”, “Cómo es eso que camina si está ciego” mas él explica que no puede ver absolutamente nada y que con su intuición, su memoria y su bastón, es posible ir a cualquier parte. A pesar de ello, don Valerio ha tenido accidentes. Ir por la banqueta y detectar carros no es ningún problema para él, sin embargo ha tropezado con camiones y buses y en más de una ocasión ha tenido la desgracia de caerse. Cierto día se dirigía a la casa de su madre, al oír el sonido de un automóvil quiso hacerse a un lado, pero al dar un paso al costado, cayó en una fosa de cabeza. Según cuenta don Valerio era bastante honda, pues le costó levantarse y al estar en pie, el hoyo le llegaba hasta el pecho; y lo más trágico del asunto, cuenta don Valerio, es que estaba llena de agua sucia y le quedó mal olor. Don Valerio dice riendo: “Pasé varios días bañándome para quitar ese mal olor”.
A pesar de no poder ver, Don Valerio da sus paseos, pone sus tortillas al fuego y se va a bañar solo; además es un hombre muy gracioso y amigable, brindando una sonrisa en todo momento, sabe mucho de la Biblia y conoce historias de ella como: “La Transfiguración”, “El Sermón del Monte”, “La Historia de la Creación”, entre otras. Don Valerio lamenta no ver porque le gustaría leer la biblia y seguir aprendiendo de ella, aunque se siente feliz porque sabe que Dios lo protege e ilumina en todo momento y que es capaz de hacer muchas cosas. LA CEGUERA NO HA SIDO UN IMPEDIMENTO…

Juan Salazar.                                                                                                                                                                                             “Dios me acompaña en todo momento”
Don Juan Salazar nació en San Juan Comalapa, Chimaltenango en el año de 1945, por lo que actualmente cuenta con 66 años de edad. A pesar de que nación en este bello municipio, toda su familia se encuentra en Zaragoza. Hace algunos años, don Juan tuvo un gran accidente, pues al andar por una banqueta, fue atropellado por un carro. Según cuenta don Juan, el auto le golpeó la espalda y las piernas, lo que supuso un gran golpe para él, pues desde ese día tuvo que caminar con andador. “El andador para mí fue realmente caro, me gasté todo el dinero que tenía, me quedé sin ningún centavo” cuenta don Juan un poco triste, sin embargo se siente feliz porque ha sido una gran ayuda para él. El accidente, sin embargo, dejó otras secuelas en él como sordera y daños cerebrales, por lo que a veces le es difícil entender las cosas y hay que hablarle fuerte pues casi no escucha, mas él mantiene su espíritu alegre y amigable.
Actualmente don Juan vive en el Asilo Santa Eduviges, en San Juan Comalapa, al cual llegó el 28 de enero de 2009, por lo que este año cumplió dos años en el ancianato. Don Juan se siente contento pues dice que lo tratan con amor y cariño, cada cierto tiempo el visita a sus familiares en Zaragoza, aunque va rápido, pues le gusta estar de vuelta pronto en el asilo.
Don Juan es cristiano católico y sabe que Dios en este mundo nos tiene muchas pruebas y las que él ha pasado, lo han hecho cada vez más creyente. “Dios me acompaña en todo momento” dice don Juan sonriendo, “Él nunca me ha abandonado y nunca lo hará”.

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