Recuerdo cuando la vi esa tarde de primavera, caminando tan solita por la acera: con su pelo suelto volando al compás del viento y sus ojos pestañeando en un fugaz momento…
Sentí como mi respiración se aceleraba, la chica más linda hacia mí se acercaba: pero que hago ¿Cómo le hablo? ¿Qué excusa me invento? …Señorita, disculpe ¿usted sabe dónde está el convento?
Ella ríe y me dice: no tenemos ¿pero por qué quiere saber? Es que la vi viniendo a mí y no supe que hacer; su belleza es deslumbrante, me ha dejado usted asombrado si usted me lo permite, quisiera invitarla a un licuado…
Lo siento, pero tengo cosas que hacer, además a usted ni siquiera lo he de conocer: no sé donde vive, quien es o por lo menos su nombre, que tal al conocerlo de sus mañas yo me asombre.
No tenga cuidado, soy un joven educado, me gustaba el guaro pero ahora estoy curado, mi nombre mmm, pues mi nombre es Augusto, conocerla a usted para mí ha sido un gran gusto. Si usted pudiera darme aunque sea una esperanza: no se preocupe, con su teléfono, su correo o su Facebook ya alcanza… pero no me deje con esta duda que me mata, dígame su nombre, no sea pura lata.
Está bien le diré mi nombre, pero me tengo que marchar… y de seguro mi nombre no lo va usted a olvidar: mmm pues me llamo Fátima María, conocerlo a usted también fue una alegría.
Después de esto he de reconocer, que no fue fácil tu corazón obtener… te hacías la difícil, pero eso a mí me gustaba; entre más te resistías, más me enamoraba. Cuando nos hicimos novios, ahhh que momento tan esperado, pensé que como chorizo, otra vez me dejarías colgado.
—Y que ha pensado, ¿le gustaría mi novia ser? Y ella dice: —pero que necedad, no tiene otra cosa que hacer. Por qué le urge, ni que fuera el fin del mundo… —Es que si usted no está a mi lado, soy como un vagabundo. Jmm vago ya es, aunque sea mi novio no se le quita. —Bueno entonces que mi chiquitita: Si o No, o mándeme por un tubo ahorita. Bueno, está bien, tengo que aceptar que usted me ha conquistado, voy a ser su novia como tanto lo ha anhelado. —Y yo digo: ¿y qué estamos esperando? Si somos novios deme un beso y ella responde: como no, lo primero que quiere es eso.
Y nuestras bocas se juntaron en singular comunión, sentir sus labios con los míos fue total excitación. La adoro, es mi cielo, la amo de corazón: le dedico versos, poemas y hasta le hice una canción.
Esta historia puede que a usted le haya pasado… quizá de otra forma, con otros matices: pero alguien hoy está a su lado, disfrute de su amado (a) y del estar enamorado, del amor puro, bello: el amor guatemaltequizado.